Sanatorio I
Published by Unknown under consciencia, súcubo, sueño on 20:20
Ahora veo mis vestidos y mi rostro, viejo, desgastado, cansado... No sé por qué. Y pienso en los protagonistas de las tragicomedias pasadas con finales tontos y poco dramáticos, por demás poco estéticos y tediosos. Decía el escritor ingenioso que el verdadero poeta es quien logra vivir la poesía que no es capaz de escribir... No sé qué soy, si soy poeta, si soy buena o mala, si hay talento en palabras desgastadas, repetitivas, agonizantes, que suplican por piedad cuando no son capaces de entrar al rebaño y que suplican por compañía cuando ésta sobra y anda a mi lado, sin yo sentirla, sin tener un indicio minúsculo de su presencia. Hoy, con mucha de aquella ingenuidad totalmente destruida, esta mirada mía es indescifrablemente grave, tentadoramente engañosa, ventana a visiones que arrastran consigo a todos aquellos que creen en ellas. Casi como un demonio que en lugar de consumir carne o sangre o rastros de vida material, se lleva los sueños, esperanzas, dulces ensoñaciones a mundos que no sostienen mi mano por mucho tiempo y de los que me marcho tranquilamente sin sentir las caídas o la deserción. Llámame Lamia, llámame súcubo, demonio, vampiro, empusa, y vivo entre podredumbre, y me alimento entre bestias, y ando en harapos, y me como a los indefensos... no tengo piedad. Usa las más sutiles metáforas o las más pronunciadas, consumidas inútilmente en la moda de nuestros tiempos y las ganas de ser algo más que simplemente condenada y deambulante humanidad. Yo no necesito usar palabras severas, canónicas y antiguas para describir una naturaleza inevitable, que la conciencia abrumadora consume con cada paso.
Y cuando no lo soporto más, río de tu sonrosado candor, de tu sonrisa amable que se diluye entre los sueños de malicia. Cada Noche que las oscuras y subconscientes voluntades de mi malintencionado corazón se despiertan, lucho por dejarlas entregándome a la austeridad quebrantada de mi moral... Y mi cuerpo se alza entre fiebres infernales y la Noche se hace más honda e indefinida y sus sonidos confidentes, guturales e insondables. Y aquellas Noches en que no hay lucha, soy Tique que te hala a la desgracia, soy Esteno que te hace a su semejanza, soy Lilith que te arrebata de la luz del Día. Cuando ocurre de esta manera, quisiera no despertar y perderme entre las visiones, los sueños y las sensaciones falsas pero delirantes, que dejan la prudencia embotada en un halo de dulzura y pasividad... Pese a ello, siempre hay un despertar, que me deja en el estado del beato manchado de pecado, sin más esperanza que volver a dormir y perder la concepción del Tiempo y la retorcida Voluntad.
Foto tomada de: Agnieszka Szuba
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